Las medidas de Bush contra Cuba despiertan la indignación entre cubanos opositores y oficialistas
Angel Tomás González
El Mundo
Parece ciencia-ficción política, pero no lo es. Bush ha sido el primer mandatario estadounidense que ha conseguido que oposición y Gobierno en Cuba coincidan en rechazar el proyecto de Washington de apropiarse de la futura transición política en la isla.
Además, al anunciar que destinará 36 millones de dólares a financiar la oposición interna en la isla, Bush ha colaborado con la imagen que pretenden dibujar las autoridades cubanas de los disidentes como mercenarios a sueldo de una potencia extranjera.
El documento Aceleración de la transición en Cuba elaborado por la Comisión de Ayuda para una Cuba Libre dirigida por el Departamento de Estado de Washington, ha polarizado a las corrientes políticas cubanas contra el amenazante anexionismo de EEUU.
La primera reacción contra el mencionado informe fue una declaración del gobierno cubano que calificó de «escalada injerencista» su contenido y concluyó que «Cuba no volverá jamás a la horrible, despiadada e inhumana condición de colonia de Estados Unidos».
El ex comandante Eloy Gutiérrez Menoyo -veterano opositor radicado en La Habana desde hace ocho meses en una condición migratoria ilegal pero tolerada- se presentó ayer en la Sección de la Oficina de Intereses de Washington para entregar personalmente una carta de protesta dirigida a Colin Powell.
Gutiérrez Menoyo hizo un llamamiento a la «verdadera oposición independiente» para rechazar «la ignominia de una oposición dirigida y financiada desde fuera».
El disidente Oswaldo Payá, en nombre del Comité Ciudadano del Proyecto Varela, dijo no aceptar que «ningún factor externo, sea de Estados Unidos, de Europa o de cualquier parte, trate de diseñar el proceso de transición cubano o supuestamente convertirse en actor del mismo».
La organización Arco Progresista, que agrupa a grupos de la oposición moderada, emitió un comunicado rechazando el informe porque «ignora la capacidad de los cubanos para elaborar sus propios proyectos, (...) proporciona combustible a las posturas inmovilistas y constituye un ataque a la soberanía nacional».
El Mundo
Parece ciencia-ficción política, pero no lo es. Bush ha sido el primer mandatario estadounidense que ha conseguido que oposición y Gobierno en Cuba coincidan en rechazar el proyecto de Washington de apropiarse de la futura transición política en la isla.
Además, al anunciar que destinará 36 millones de dólares a financiar la oposición interna en la isla, Bush ha colaborado con la imagen que pretenden dibujar las autoridades cubanas de los disidentes como mercenarios a sueldo de una potencia extranjera.
El documento Aceleración de la transición en Cuba elaborado por la Comisión de Ayuda para una Cuba Libre dirigida por el Departamento de Estado de Washington, ha polarizado a las corrientes políticas cubanas contra el amenazante anexionismo de EEUU.
La primera reacción contra el mencionado informe fue una declaración del gobierno cubano que calificó de «escalada injerencista» su contenido y concluyó que «Cuba no volverá jamás a la horrible, despiadada e inhumana condición de colonia de Estados Unidos».
El ex comandante Eloy Gutiérrez Menoyo -veterano opositor radicado en La Habana desde hace ocho meses en una condición migratoria ilegal pero tolerada- se presentó ayer en la Sección de la Oficina de Intereses de Washington para entregar personalmente una carta de protesta dirigida a Colin Powell.
Gutiérrez Menoyo hizo un llamamiento a la «verdadera oposición independiente» para rechazar «la ignominia de una oposición dirigida y financiada desde fuera».
El disidente Oswaldo Payá, en nombre del Comité Ciudadano del Proyecto Varela, dijo no aceptar que «ningún factor externo, sea de Estados Unidos, de Europa o de cualquier parte, trate de diseñar el proceso de transición cubano o supuestamente convertirse en actor del mismo».
La organización Arco Progresista, que agrupa a grupos de la oposición moderada, emitió un comunicado rechazando el informe porque «ignora la capacidad de los cubanos para elaborar sus propios proyectos, (...) proporciona combustible a las posturas inmovilistas y constituye un ataque a la soberanía nacional».
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